Me
levante de ese sueño totalmente aturdida y solo pude estar centrada del todo
cuando las gotas comenzaron a intensificarse,
la lluvia comenzó a caer presurosa
sobre mí. Mi cabello castaño rápidamente se transformo en un negro
azabache y mi vestido se torno empapado.
No estaba perdida, pero sabía que me esperaba una larga caminata y no tenia
refugio, aunque frio era lo que menos sentía, no quería pescar un resfrío. Camine entre la lluvia intermitente, aunque
mis pensamientos permanecían divisando su precioso rostro, tan masculino y a la
vez tan angelical, lograba concentrar lo mejor de dos mundos en cada centímetro
de su piel, en sus preciosas facciones, casi un dios caído del cielo para
arrasar con todo mortal que se cruzara en su camino. Me sacudí tratando de
pensar en el ahora, estos últimos días estuve muy distraída, algo raro en mi,
generalmente era la ‘’joven educada y atenta’’ de la casa. Era una manera de
decir que mis virtudes iban más allá de la belleza, ya que no fui tan agraciada
con ella como lo fueron mis hermanas, con melenas doradas, cuerpos
voluptuosos y ojos azules como el mar
profundo, yo era la oveja negra, desinteresada en el coqueteo premarital,
directa, interesada en la lectura independiente y no el clásico bordado para
pasar las horas ojeando algún caballero, y sobre todas las cosas, físicamente
lo más distante a mis hermanas. Obtuve el cabello moreno y los ojos verdes de
mi abuela, el cuerpo esbelto de mi padre, siempre fui lo más lejano a mi madre,
aunque su fuerte carácter me siguieron
durante estos años de mi vida, generando fogosos encuentros entre ambas, sobre
todo estas últimas semanas en las que me encontraba contrariada y a su vez muy
susceptible a los comentarios, mi sensibilidad subió a mil, y me irritaba que
siempre me lo reprochen con que era tensión juvenil o falta de coquetería para
desviar ese ardor..
Alejándome
de mis pensamientos encontré una pequeña cabaña que se encontraba entre dos
árboles llorones que cubrían la entrada por completo, nunca lo cruce durante mis
largas caminatas en este bosque, aunque no sea de mi propiedad, sentía que lo
conocía por completo. Me detuve en la entrada, para cubrirme de la lluvia por
un momento, intente ver si había alguien en ella, pero parecía deshabitada, aún
así, solo me decidí entrar cuando la lluvia se torno en una fuerte tormenta. La
lluvia caía con fuerza, y se escuchaba su fuerte caída en el techo de madera de
la pequeña cabaña. Explorando encontré una manta, en la cual me secaba como
podía, repasando el vestido que ya no caía, más bien se entallaba por mi
cintura pasando por todo mi muslo, secándome el cabello recorro la habitación
con la mirada, los tonos en marrón y dorado le dan un aire de elegancia pero a
su vez es muy acogedor, me pregunto quien deja un lugar tan lindo sin alguien
que lo vigile. Quien quiera podría entrar y... Oh. Me sentí como una intrusa
pero no tenía más remedio si no quería preocupar más de lo debido a mi familia.
Prefiero una preocupación por llegar tarde que por fuertes síntomas de fiebre y
resfrío.
Miro
la lluvia caer por la ventana, y me siento muy a gusto, siempre me gusto tener
mi espacio y alejarme de todo, poder pensar y sentir las cosas de mi vida de
forma individual, soy independiente de alguna forma y me gusta sentirme así. Me
retuerzo un mechón de mi cabello, y ya comienzan a formarse mis rizos por la
humedad. Lo solté, y ahora se ve un poco desaliñado pero con pequeñas ondas en
las puntas. Jugueteo con él y me decido a explorar este hermoso lugar, camine
lentamente por una habitación llena de libros y con un ligero olor a tabaco que
me estremeció de pies a cabeza, un recuerdo de mi niñez llegaba directo a mí
con ese aroma directo a mi memoria. El olor a tabaco de mi abuelo.. tenía tan
solo 12 años pero aun laten en mi esos momentos en su posada, en la que por
poco pierdo la vida.. En fin, no quería hurgar en historias del pasado,
historias que marcaron por completo a mi familia.
Me
dirijo a la ventana, lejos de estar ligera arrastrando el vestido aún húmedo,
me detengo frente la ventana empapada mientras me desenredo el cabello con los
dedos, las gotas caen sobre el vidrio deformando la visión, aun así diviso no
muy lejos un caballo entre los árboles.
Alguien
está cerca, no sé si preocuparme o sentir un alivio. Ya que no logro ver si es
un total desconocido o alguien amigo de la familia. Y diviso que es el, mi
amor. Si ahora me concedí el derecho de llamarlo mío. Aunque está lejos de
serlo. Comienza a acelerarse mi corazón y mis dedos enredan mi cabello ya no de
forma relajada sino con nerviosismo y
ansias. Veo su rostro, cubierto por su cabello negro húmedo, se ve tan sexy,
sin duda el sueño de una mujer, logra hacer temblar el suelo debajo mio
provocando que mis largas piernas se transformen en gelatina. Es pecado en
forma de plegaria aunque tiene el ceño fruncido y los ojos encendidos, mi
dios.. parece furioso y lo hace notar por el fuerte galope del caballo, que se
detiene relinchando empapado. La lluvia aun no ceso y veo que da vuelta a la
cabaña, se fue de mi campo de vista.
-Paf!-
Se abre la puerta tras de mí de golpe.
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