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miércoles, 26 de marzo de 2014

Me levante de ese sueño totalmente aturdida y solo pude estar centrada del todo cuando las gotas comenzaron a intensificarse,  la lluvia comenzó a caer presurosa  sobre mí. Mi cabello castaño rápidamente se transformo en un negro azabache y mi vestido se torno  empapado. No estaba perdida, pero sabía que me esperaba una larga caminata y no tenia refugio, aunque frio era lo que menos sentía, no quería pescar un resfrío.  Camine entre la lluvia intermitente, aunque mis pensamientos permanecían divisando su precioso rostro, tan masculino y a la vez tan angelical, lograba concentrar lo mejor de dos mundos en cada centímetro de su piel, en sus preciosas facciones, casi un dios caído del cielo para arrasar con todo mortal que se cruzara en su camino. Me sacudí tratando de pensar en el ahora, estos últimos días estuve muy distraída, algo raro en mi, generalmente era la ‘’joven educada y atenta’’ de la casa. Era una manera de decir que mis virtudes iban más allá de la belleza, ya que no fui tan agraciada con ella como lo fueron mis hermanas, con melenas doradas, cuerpos voluptuosos  y ojos azules como el mar profundo, yo era la oveja negra, desinteresada en el coqueteo premarital, directa, interesada en la lectura independiente y no el clásico bordado para pasar las horas ojeando algún caballero, y sobre todas las cosas, físicamente lo más distante a mis hermanas. Obtuve el cabello moreno y los ojos verdes de mi abuela, el cuerpo esbelto de mi padre, siempre fui lo más lejano a mi madre,  aunque su fuerte carácter me siguieron durante estos años de mi vida, generando fogosos encuentros entre ambas, sobre todo estas últimas semanas en las que me encontraba contrariada y a su vez muy susceptible a los comentarios, mi sensibilidad subió a mil, y me irritaba que siempre me lo reprochen con que era tensión juvenil o falta de coquetería para desviar ese ardor..
Alejándome de mis pensamientos encontré una pequeña cabaña que se encontraba entre dos árboles llorones que cubrían la entrada por completo, nunca lo cruce durante mis largas caminatas en este bosque, aunque no sea de mi propiedad, sentía que lo conocía por completo. Me detuve en la entrada, para cubrirme de la lluvia por un momento, intente ver si había alguien en ella, pero parecía deshabitada, aún así, solo me decidí entrar cuando la lluvia se torno en una fuerte tormenta. La lluvia caía con fuerza, y se escuchaba su fuerte caída en el techo de madera de la pequeña cabaña. Explorando encontré una manta, en la cual me secaba como podía, repasando el vestido que ya no caía, más bien se entallaba por mi cintura pasando por todo mi muslo, secándome el cabello recorro la habitación con la mirada, los tonos en marrón y dorado le dan un aire de elegancia pero a su vez es muy acogedor, me pregunto quien deja un lugar tan lindo sin alguien que lo vigile. Quien quiera podría entrar y... Oh. Me sentí como una intrusa pero no tenía más remedio si no quería preocupar más de lo debido a mi familia. Prefiero una preocupación por llegar tarde que por fuertes síntomas de fiebre y resfrío.
Miro la lluvia caer por la ventana, y me siento muy a gusto, siempre me gusto tener mi espacio y alejarme de todo, poder pensar y sentir las cosas de mi vida de forma individual, soy independiente de alguna forma y me gusta sentirme así. Me retuerzo un mechón de mi cabello, y ya comienzan a formarse mis rizos por la humedad. Lo solté, y ahora se ve un poco desaliñado pero con pequeñas ondas en las puntas. Jugueteo con él y me decido a explorar este hermoso lugar, camine lentamente por una habitación llena de libros y con un ligero olor a tabaco que me estremeció de pies a cabeza, un recuerdo de mi niñez llegaba directo a mí con ese aroma directo a mi memoria. El olor a tabaco de mi abuelo.. tenía tan solo 12 años pero aun laten en mi esos momentos en su posada, en la que por poco pierdo la vida.. En fin, no quería hurgar en historias del pasado, historias que marcaron por completo a mi familia.

Me dirijo a la ventana, lejos de estar ligera arrastrando el vestido aún húmedo, me detengo frente la ventana empapada mientras me desenredo el cabello con los dedos, las gotas caen sobre el vidrio deformando la visión, aun así diviso no muy lejos un caballo entre los árboles.
Alguien está cerca, no sé si preocuparme o sentir un alivio. Ya que no logro ver si es un total desconocido o alguien amigo de la familia. Y diviso que es el, mi amor. Si ahora me concedí el derecho de llamarlo mío. Aunque está lejos de serlo. Comienza a acelerarse mi corazón y mis dedos enredan mi cabello ya no de forma relajada sino con  nerviosismo y ansias. Veo su rostro, cubierto por su cabello negro húmedo, se ve tan sexy, sin duda el sueño de una mujer, logra hacer temblar el suelo debajo mio provocando que mis largas piernas se transformen en gelatina. Es pecado en forma de plegaria aunque tiene el ceño fruncido y los ojos encendidos, mi dios.. parece furioso y lo hace notar por el fuerte galope del caballo, que se detiene relinchando empapado. La lluvia aun no ceso y veo que da vuelta a la cabaña, se fue de mi campo de vista.

-Paf!- Se abre la puerta tras de mí de golpe.

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