Me
doy media vuelta acongojada y miedosa. El me mira con los ojos abiertos como
platos, no como si viera un fantasma, como si encontrara un río en medio del
desierto, casi como si hubiese aparecido en el momento menos indicado pero
preciso a la vez, una ola de contradicciones. El ceño fruncido pronto se torno
en una mirada llena de asombro, y él se acerca lentamente hacia mí, la puerta tras
él se cierra de un portazo por el viento y yo exalto con ese golpe, aun así el
me sigue devorando con la mirada y mi mandíbula titubea como un volcán a punto
de erupcionar.
-Di..di..Discúlpame
no que...quería entrometerme en tu residencia, creía que... Que estaba deshabitada
y la lluvia... Em... lo siento.- Me estremezco y bajo las manos de mi cabello
y no logro evitar mirame las manos que entrelazco frente a mi.
-
No te preocupes, para mí no es ninguna molestia...- Se quito el chaleco
depositándolo en una silla cerca de allí, el se sentía relajado, y su
preocupación desapareció de su rostro...- Estas empapada, si sigues con esa
ropa vas a pescar un resfrío- Me miro de pies a cabeza, observando como el
vestido se apretaba en mi figura, mi contorno, mis curvas... Los ojos de él se encendieron, y su
boca se entreabrió de deseo.Fijé mi mirada en sus ojos, azules, me sentía
desnuda frente a él, y quería reclamar lo que tanto anhelaba desde ya unas
semanas desde la primera vez que sus pupilas se encontraron con las mías.-Ven, no tengo un
vestido pero te puedo dar una camisa...- Impuso el, casi como una orden, era
tan dominante, y yo me volvía una sumisa cuando estaba en su presencia. Me
ofreció la mano, y dude por unos segundos, ¿Me derretiría si rosaba mi piel nuevamente? ¿Estaba soñando? ¿Se podría fijar en mi? ¿Justamente en mi?.
Tomé su mano, y él la apretó con fuerza, y cerró los ojos por un instante, piel
con piel. Ese hombre estaba en llamas, y yo tenía un nudo de sensaciones en
el estomago, quería gritar, quería abalanzarme a él, quería… pero no podía, no
así, no si soy una dama. El me llevo a una habitación contigua, mientras
inhalaba el olor a roble que se impregnaba en mis fosas nasales, una mezcla de
placer. Lograba perder el conocimiento solo con ese aroma de la cabaña conjunto a la de él, ese aroma a él y nadie más que él, se sentía como una miel
que caía y yo solo quería abrir la boca para recibirla, un fuego que ardía
consumiendo todo dentro de mi, su aroma era a invierno húmedo con una pizca
de verano salado junto al mar, como siempre... lo mejor de dos mundos.
Soltó mi mano y abrió un baúl frente a la cama que se encontraba allí... no podía ser
que cada cosa y situación junto a él me despertara imágenes tan oscuras dentro
de mi cabeza, me reprendía dentro de mi, soy una mujer hecha y derecha,
pero cuando estoy con él solo quiero poseerlo, quiero ser SU mujer quiero ser
la única. Y de solo pensar que un hombre como el este con otra me estremezco,
era obvio que no soy la primera, pero quiero que no haya nadie más. Solo quiero empujarlo contra esa cama y proclamar al hombre que me seduce con una simple
mirada. Me ofreció una camisa con sus fuertes manos- Es lo único que tengo,
pero es mejor esto a estar con esa ropa mojada- Me sentía avergonzada pero
como una leona, tomo del trapo y me lo llevo al pecho pensativa- Gracias- Nos quedamos parados frente a frente unos largos, intensos e interminables segundos
hasta que el musito con ojos juguetones- ¿Quieres que te ayude?- Yo sabía a que
hacía referenci. Sí, a la noche de la fiesta, y temblé al recordar como
rosaba su gloriosa mano contra la tersa piel de mi columna mientras tiraba del
corset. –N...No… puedo sola- Escapé esas palabras como un jadeo y me di cuenta
que me debilitaba cada momento cerca de él, solo quería ceder ante él..
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